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LIBRO:


LOS LIBROS PROFÉTICOS

Hemos consignado más arriba por orden cronológico la actuación de los profetas "escritores". Sin embargo, no es ese el orden en que aparecen en nuestras Biblias. En nuestras Biblias figuran en primer lugar los llamados "profetas mayores", así llamados por la mayor extensión de sus libros, y a continuación los "profetas menores", aunque algunos de ellos fueron cronológicamente los primeros en actuar.

El orden en que nosotros los vamos a estudiar va a ser, sin embargo, el orden en que aparecen en la Biblia; prescindiendo de Daniel, con quien nos veremos en otro capítulo, y de Jonás, cuyo libro no es propiamente profético.

1. ISAÍAS


Isaías

El libro de Isaías, tal cual figura en nuestras Biblias, consta de 66 capítulos; hoy día, sin embargo, todos están de acuerdo en asignar al auténtico Isaías tan sólo los 39 primeros capítulos. El resto es considerado de confección bastante posterior; por lo que se habla de un Segundo Isaías, a quien corresponderían los c. 40-55, y un Tercer Isaías, al que se le asignan los c. 56-66. Al decir, pues, Isaías o libro de Isaías nos estamos refiriendo a los 39 primeros capítulos.

a) El autor

Lo que sabemos de Isaías lo sabemos, sobre todo, por lo que él mismo dice en el libro. Se sitúa la fecha de su nacimiento, en Jerusalén, hacia el 765 a. C. El año 740, año de la muerte del rey Ozías, recibe en el Templo su vocación de profeta, que desarrollará durante unos 40 años, desde 740 a 700, a lo largo de los reinados de Jotam (740-736), Ajaz (736-716) y Ezequías (716-687). Era de familia acomodada, estaba casado y tenía, al menos, dos hijos. Interviene con frecuencia ante los reyes de Judá en situaciones políticamente difíciles. No tenemos datos sobre su muerte; según una leyenda tardía moriría martirizado bajo el impío rey Manasés (687-642).

b) Estructura y contenido

El asignar a Isaías los 39 primeros capítulos del libro no quiere decir tampoco que a él le correspondan íntegramente. La ordenación del material es muy posterior, y entre ese material hay ciertamente muchos elementos tardíos.

No es fácil hacer el esquema de su contenido; sin embargo, en líneas muy generales se puede dividir en tres partes: oráculos contra Jerusalén y Judá (c. 1-12), oráculos contra las naciones (c. 13-23), promesas (c. 24-35); los c. 36-39 serían un apéndice, tomado de 2 R 18-20, más un salmo puesto en boca de Ezequías. Este orden lógico tampoco corresponde al cronológico. Sus intervenciones se sitúan particularmente:

1.- En torno a 735-733, cuando se opone a la política de Ajaz, que quiere aliarse con Asiria a fin de hacer frente a los reyes de Siria e Israel (libro de Emmanuel, c. 6-12).

2.- En torno a 714-712, cuando Ezequías sufre fuertes presiones de Egipto para aliarse frente a Sargón de Asiria (c. 20).

3.- En los años 705-701, con ocasión de la campaña de Senaquerib, rey de Asiria, en Palestina; gracias a su intervención Jerusalén se salva.

c) Teología

Las ideas que desarrolla son principalmente:

• La santidad de Dios, cuya sublimidad experimenta en el momento de su vocación (6, 1s).

• La conciencia del pecado del pueblo y del mundo, del que Dios exige reparación.

• La elección de Judá y Jerusalén, a pesar de todo; siempre quedará un resto que heredará las promesas.

• Confianza en Dios, apoyada en una sincera conversión, frente al acoso enemigo; es la única garantía de salvación.

• Fe en la descendencia davídica de un Mesías, que será rey de paz y de justicia.

d) Valoración

Como hombre, Isaías fue un héroe nacional que intervino arriesgadamente ante los reyes para ofrecer caminos de salvación en momentos difíciles. Como escritor es considerado justamente como el más genial del AT.

Como profeta es el gran reivindicador de los derechos de Dios. Nadie en todo el AT ha hablado tan abiertamente como Isaías para denunciar el orgullo de Judá, su intemperancia, su encallecida injusticia para con el pobre. Estaba convencido de que Yahvé iba a destrozar la nación en su juicio... La doctrina de Isaías sobre el "resto" da al mensaje del profeta un tono optimista que, sin embargo, no llega a empañar su visión del juicio inevitable sobre tanta maldad.

SEGUNDO ISAÍAS O DEUTEROISAÍAS

A este continuador de Isaías corresponden los c. 40-55. Nada sabemos de él, sino que tuvo que vivir en el s. VI, ya que sus oráculos hay que situarlos durante el destierro en Babilonia, concretamente entre los años 550-538, desde las primeras victorias de Ciro sobre Babilonia hasta el edicto que anuncia la liberación.

Todo este conjunto de capítulos recibe el nombre de "Libro de la consolación", apoyándose en las palabras con que se inicia: "Consolad, consolad a mi pueblo" (40, 1). Posee una mayor unidad que el bloque de los c. 1-39. Podríamos dividirlo en dos grandes partes: Salida de Babilonia (c. 40-48) y vuelta a Jerusalén (c. 49-55). El mensaje es el anuncio de una renovación completa, algo así como una nueva creación.

Al Segundo Isaías corresponden los cuatro Cantos del Siervo de Yahvé (42, 1-9; 49, 1-6; 50, 4-11; 52, 13-53, 12). Estos pasajes han sido muy estudiados, pero son de difícil interpretación: ¿quién es ese siervo? ¿es el pueblo de Israel? ¿es el mismo profeta? ¿es un individuo como prototipo de todo el pueblo? Lo que sí es cierto es que, desde la perspectiva del NT, han sido considerados estos Cantos del Siervo de Yahvé como un preanuncio del Mesías, con plena realización en Jesús (Mt 12, 17-21), particularmente en su pasión (Hch 8, 32-35).

El Segundo Isaías es también un gran profeta y un gran poeta; su lirismo se pone de manifiesto en su "tono encendido y ritmo corto". En lugar de anunciar como los profetas, con el habitual "así dice Yahvé", canta y celebra lo que anuncia tratando de infundir a sus destinatarios su actitud de celebración.

TERCER ISAÍAS O TRITOISAÍAS

A él le corresponden los c. 56-66. Hoy día esta tercera parte es considerada como obra, no de uno, sino de varios autores de momentos distintos: algunos oráculos parecen anteriores al final del destierro, otros corresponden al tiempo de la reconstrucción del Templo, y otros serán posteriores.

Los oráculos van dirigidos a cimentar la nueva comunidad judía tras el destierro. En él se entremezclan denuncias contra los desórdenes que, a pesar de las expectativas, siguen produciéndose, y, sobre todo, brillantes visiones del futuro glorioso de la nueva Jerusalén.

Fuera de los Salmos, el libro de Isaías (los tres) es con mucho, de entre los libros del AT, el más usado en nuestra liturgia.

2. JEREMÍAS

a) El autor

Descendiente de familia sacerdotal, nació hacia el 650 a. C. en Anatot, a unos 5 km al NE de Jerusalén. A través de su libro encontramos muchos datos biográficos que nos permiten descubrir, sobre todo, sus crisis interiores en la dura tarea de su quehacer profético. Llamado muy joven al profetismo (1, 4-7), hubo de renunciar a formar un hogar (16,2). Su actuación de profeta abarca también, como la de Isaías, un espacio de unos 40 años (626-586 a. C.), pero con períodos de actividad más intensa: antes de la reforma religiosa de Josías (626-621) y a partir de 605, ya en el trono Yoyaquín, hasta la caída de Jerusalén.

En todo momento aconsejó el sometimiento a Babilonia, como único recurso para evitar la catástrofe; pero no fue escuchado, aunque los acontecimientos le dieron la razón. Fue arrastrado hacia Egipto por los que dieron muerte al gobernador Godolías, impuesto por Babilonia, y allí hubo de morir. Según una tradición de carácter legendario fue apedreado por sus compatriotas.

Jeremías era de un temperamento tierno y manso; sin embargo, su misión fue la de anunciar desgracias: "para extirpar y destruir, para perder y derrocar..." (1, 10), lo que le acarreó la enemistad y persecución de pueblo y gobernantes: encarcelado, torturado, amenazado de muerte. Todo ello provoca sus repetidas quejas o "Confesiones" ante Yahvé: "Me has seducido, Yahvé; me has agarrado y me has podido" (20, 7), o más violentamente, como Job: "Maldito el día en que nací" (20, 14).

b) Estructura y contenido

Resulta difícil organizar de forma lógica el contenido de este libro, en el que parece ser han confluido tres distintas colecciones de oráculos y en el que abundan los duplicados. Suelen distinguir estas partes:

1. Amenazas contra Judá y Jerusalén (c. 1-25), primero en tiempos de Josías (c. 1-6) y después en tiempos de Yoyaquín (c. 7-20) y Sedecías (c. 2124).

2. Viene luego un segundo bloque de capítulos en que los oráculos son de carácter más esperanzador (c. 26-35).

3. En tercer lugar los c. 36-45 nos refieren lo que podríamos llamar, "pasión de Jeremías".

4. Por último figuran los oráculos contra las naciones (c. 46-5 l).

c) Mensaje

Los dos temas dominantes en su mensaje son: la definición del verdadero yahvismo y el anuncio de las guerras inminentes como castigo por las aberraciones de Judá.

El verdadero yahvismo consiste en revitalizar la alianza, una alianza que Jeremías, apoyándose en un profeta anterior, Oseas, expresa bajo la imagen del amor conyugal; la alianza es fundamentalmente una cuestión de amor entre Yahvé e Israel. Es sobre todo en el c. 31 donde encontramos definidos los rasgos de esta nueva alianza, una alianza que se basará en una religión interior ("pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré", 31, 33) y personalizada (31, 29-30). La religiosidad meramente externa de nada sirve si no va acompañada de la conversión del corazón (¿Qué hace mi amada en mi Casa?; su obrar ¿no es pura doblez? ¿Es que los votos y la carne consagrada harán pasar de ti tu desgracia?".

En Jeremías encontramos también el frecuente recurso a los gestos simbólicos, de que hablamos más arriba (p. 194) (13, 1-11; 18, 1-6; 19, 1-13;...).

d) Valoración

La misión de Jeremías, como ya dejamos apuntado antes, fue una misión trágica: temperamentalmente tímido (Jr 1, 6), fue vocacionado para actuar en un ambiente adverso, por lo que más de una vez sintió la tentación de la evasión (15, l0s; 20, 7-9. 14-18). Esto ha permitido que poseamos un libro de un profundo lirismo, en el que además, y gracias a la delicadeza de su espíritu, encontramos pergeñadas las líneas de una religiosidad más cercana al NT, a una nueva alianza (31, 31-33). En él, sin duda, encontraron también inspiración algunos de los profetas contemporáneos y posteriores, como Ezequiel, el 2.° Isaías...

3.BARUC

A continuación del libro de Jeremías figuran en nuestras Biblias dos libros: el de las Lamentaciones y el de Baruc. Sobre el primero ya hablamos en la "Lírica bíblica". Sobre el de Baruc decimos lo siguiente:

Según se afirma en diversos pasajes, Baruc era hijo de Neriyías y hermano de Seraías, de familia influyente en Jerusalén; fue amigo y colaborador de Jeremías, quien le confió el encargo de copiar sus oráculos y de leerlos en el Templo (36, 4s). Le acompañó en su deportación a Egipto (43, 6). A él se le atribuyen los c. 36-45, de carácter biográfico, del libro de Jeremías.

Respecto del llamado libro de Baruc, hemos de decir que pertenece al número de los deuterocanónicos; no figura, por consiguiente, en la Biblia hebrea. Sólo se conserva en versión griega, aunque algunos pasajes fueron escritos originariamente en hebreo. Según el prólogo, habría sido escrito en Babilonia, después de la destrucción de Jerusalén; sin embargo, parece ser que su composición es muy posterior (s. II-1 a. C.).

Se trata de un conjunto heterogéneo en el que figuran: una introducción, una oración de los desterrados, un himno a la Sabiduría, un oráculo exhortativo y consolador y una carta atribuida a Jeremías.

4. EZEQUIEL

a) El autor

Se trata del sacerdote Ezequiel, hijo de Buz (1, 3). Parece ser que fue llevado a Babilonia con ocasión de la primera deportación (a. 597), y allí, al año quinto del destierro, siente su vocación de profeta, que desarrolla a lo largo de unos 20 años (593-571). Algunos piensan que su primera actuación profética corresponde a Jerusalén y que no iría a Babilonia hasta después de la destrucción de Jerusalén (587).

b) Estructura y contenido

El libro de Ezequiel es el que presenta una distribución más ordenada de su contenido. Tras la introducción: vocación y misión del profeta (c. 1-3), encontramos estas tres partes:

l. Denuncia de Judá y Jerusalén (c. 4-24). Estos oráculos corresponden a los años 593-587, años anteriores a la destrucción de Jerusalén.

2. Oráculos contra las naciones que han sido causa de la infidelidad del pueblo de Israel (c. 25-32); son contemporáneos de los anteriores.

3. A partir de la consumación de la catástrofe, el año 587, su predicación se convierte en un mensaje de aliento; en los c. 33-39 prometiendo al pueblo la restauración; y en los c. 40-48 describiendo en visión futurista la nueva comunidad judía tras el regreso a Palestina.

Esto no quiere decir que la obra, tal cual la tenemos, fuera escrita de seguido. Existen duplicados, interrupciones...; lo que hace suponer que intervinieron muchas manos.

c) Mensaje

• De Jeremías hemos dicho que fue el promotor de una religión interior, del corazón. Sin duda que Ezequiel también la quiere así, pero él vive también profundamente la preocupación por el Templo; primero porque está manchado, profanado, y luego porque a él volverá de nuevo la gloria de Dios; lo describe minuciosamente; la religiosidad también deberá expresarse externamente a través de unos ritos purificados.

• La obra de Ezequiel se integra en la corriente "sacerdotal", como la de Jeremías pertenecía a la corriente `deuteronomista". Este es el motivo de que se inspire en el "Código de santidad" que, según vimos, corresponde a la tradición sacerdotal, en momentos anteriores al exilio; en él se apoya para exigir, en atención al Dios santo, santidad en todas las manifestaciones, sobre todo en el culto.

d) Valoración

• Es llamativo en Ezequiel el recurso a los signos o acciones simbólicas, más numerosos que en Jeremías y, sobre todo, más complejos. Igualmente hay que destacar su carácter visionario: Ezequiel es profeta de grandes sueños y visiones, expresados con una impresionante riqueza de fantasía.

• Es el padre del judaísmo. "El mensaje de Ezequiel servirá de base para lo que se ha dado en llamar el "judaísmo", es decir, la manera judía de vivir su existencia delante de Dios y con los demás, tal como tomará forma después del destierro". Siempre que lo entendamos en su corriente más pura y no en la que desembocará en el fariseísmo.

5. LOS DOCE PROFETAS MENORES

Oseas

Profetizó en el reino del Norte entre los años 750-725, coincidiendo con Amós. Tal vez no llegó a presenciar la destrucción de la capital Samaría (a. 721).

Oseas sufre un drama personal. Se ha casado con una mujer a la que ama, pero esta mujer le es infiel; no obstante, Oseas sigue amándola y, tras ponerla a prueba, la vuelve a recibir como mujer. Este drama personal le sirve de símbolo para expresar las relaciones entre Dios y su pueblo Israel. Oseas acusa a Israel por su infidelidad, infidelidad que le acarreará calamidades y desastres. No obstante, el profeta espera la conversión como una vuelta al primer amor. A Oseas se debe el haber introducido en el lenguaje bíblico el simbolismo del amor humano; una originalidad que será aprovechada por Jeremías, Ezequiel, el Deuteroisaías y también por la tradición cristiana. El libro consta de 14 capítulos, que podríamos dividir así: I. Matrimonio de Oseas y su valor simbólico (1, 2-3, 5). II. Crímenes y castigo de Israel (4, 1-14, 1). III Conversión de Israel y vuelta a la gracia (14, 2-10).

Joel

Carecemos de datos biográficos sobre su persona. Se le sitúa entre los siglos V y IV a. C. Su breve libro, de 4 capítulos, se divide fácilmente en dos partes: una primera en que la invasión de la langosta provoca una liturgia de duelo, con la respuesta benévola de Yahvé (1, 2-2, 22), y una segunda en que, con estilo apocalíptico, se describe la nueva era y el Día de Yahvé (3, 1-4, 21).Su anuncio de la efusión del Espíritu es recogido por Pedro en su discurso del día de Pentecostés (Hch 2, 16-21).

Amós

Pastor natural de Tecua, en territorio de Judá; se siente llamado por Dios para ser su profeta; misión que desarrolla primero en Judá y después en Israel durante el reinado de Jeroboam II (783-743), años de esplendor del Reino del Norte. Fustiga particularmente el lujo y las injusticias de los ricos.

Los 9 capítulos de su profecía contienen: en primer lugar un juicio contra los crímenes de las naciones limítrofes y contra los mismos Israel y Judá (1-2); a continuación, amonestaciones y amenazas a Israel (3-6); luego, visiones de juicio (7, 1-9, 10), y, por último, perspectivas de res-tauración (9, 11-15). Amós es un profeta vehemente; su lenguaje es directo y lleno de expresividad. Es el profeta de las valientes invectivas contra los estafadores, los explotadores de los pobres, los voluptuosos, el culto vacío... Por eso la ruina se acerca.

Abdías

Carecemos de datos personales sobre Abdías. Su libro, de un capítulo, es el más breve del AT. Contiene un oráculo contra Edom (1-14) y otro sobre la restauración de Israel (15-21). Hay vacilaciones a la hora de precisar la época de su actuación; sin embargo, suele ser considerado profeta del tiempo del destierro: las amenazas contra Edom estarían motivadas por aprovecharse de la ruina de Jerusalén para invadir la Judea meridional.

Jonás

Este opúsculo difiere del resto de los libros proféticos. Se trata de una simple narración: cuenta la historia de un profeta desobediente que primero quiere sustraerse a su misión y que luego se queja a Dios del éxito inesperado de su predicación. El héroe a quien se atribuye esta aventura un tanto extraña es un profeta contemporáneo de Jeroboán II, mencionado en 2 R 14 25. Pero el opúsculo no se presenta como obra suya, y en efecto no puede serlo. La «gran ciudad» de Nínive, destruida el 612, ya no es más que un lejano recuerdo, el pensamiento y la expresión deben mucho a los libros de Jeremías y Ezequiel, y el lenguaje es posterior. Todo invita a situar la composición después del Destierro, en el curso del siglo V. El salmo, 2 3-10, que pertenece a un género literario diferente y que no guarda relación alguna con la situación concreta de Jonás ni con la enseñanza del libro, es muy probablemente una interpolación.

Es un escrito didáctico. Su enseñanza señala una de las cumbres del Antiguo Testamento. Rompiendo con el particularismo en el que se veía tentada a encerrarse la comunidad postexílica, predica un universalismo extraordinariamente abierto. En esta historia todo el mundo es simpático: los marinos paganos del naufragio, el rey, los habitantes y hasta los animales de Nínive; todo el mundo, excepto el único israelita que entra en escena, ¡y éste es un profeta, Jonás! Dios será indulgente con su profeta rebelde, pero, sobre todo, su misericordia se extiende aun al enemigo más vilipendiado de Israel.

Estamos a un paso del Nuevo Testamento: Dios no es solamente el Dios de los judíos, es también el Dios de los paganos, porque no hay más que un solo Dios. Nuestro Señor pondrá como ejemplo la conversión de los ninivitas, y Mt 12 40 verá en Jonás, encerrado en el vientre del monstruo, la figura de la permanencia de Cristo en el sepulcro. Este empleo de la historia de Jonás no debe invocarse como prueba de su historicidad: Jesús utiliza este apólogo del Antiguo Testamento como los predicadores cristianos utilizan las parábolas del Nuevo; se trata del mismo afán de enseñar por medio de imágenes familiares a los oyentes, sin emitir ningún juicio sobre la realidad de los hechos.

Miqueas

Profeta de Judá en tiempos de Isaías durante el s. VIII. Era natural de Moraset, al oeste de Hebrón. De origen campesino, por lo que manifiesta unas actitudes semejantes a las de Amós: repulsa de las lacras sociales: el lujo, la explotación, la violencia, la injusticia.

La profecía consta de 7 capítulos en los que, en cierto desorden, se contienen: denuncias y amenazas (1-3), promesas (4-5), nuevos reproches y amenazas (6, 1-7, 7) y de nuevo promesas (7, 8-20).

Su influencia se sigue observando en profetas posteriores, y en el NT se reproduce su oráculo sobre el origen del Mesías (Mt 2, 6; Jn 7, 42).

Nahún

Ejerce su misión profética en Judá en el s. VII. Tres son los capítulos de su libro. Tras un salmo (1, 2-8), al que siguen unos oráculos sobre Judá y Asiria (1, 9-2, 3), encontramos un soberbio canto sobre la ruina de Nínive (2, 3-3, 19), anunciada con visión profética, que justifica el colocar a Nahún entre los grandes poetas de Israel.

Habacuc

Profeta del que sólo sabemos que debió profetizar al final del s. VII: entre la caída del imperio asirio y el surgir del babilónico. No confundirle con el profeta del mismo nombre que aparece en el libro de Daniel (Dn 14, 33-39).

Su libro consta de 3 capítulos, perfectamente estructurados en tres partes: 1ª Diálogo entre el profeta y Dios: a dos preguntas del profeta, Dios responde con dos oráculos (1, 2-2, 4). 2ª El 2.°- oráculo se despliega en cinco imprecaciones contra el opresor (2, 5-20). 3ª Salmo que canta el triunfo final de Dios (3, 2-19).

La originalidad de este libro estriba en su carácter dialogal: el profeta interroga a Dios por su presencia en la historia. ¿Cómo Dios castiga a una nación sirviéndose de otra nación que es más culpable? Como solución, encontramos en el profeta una frase sobre la que más tarde San Pablo apoyará su doctrina sobre la fe: "El justo por su fidelidad vivirá" (2, 4; Rm 1, 17).

Sofonías

De acuerdo con el título, Sofonías profetizó en tiempo de Josías (640-609), rey de Judá; se supone que con anterioridad a la reforma religiosa protagonizada por este rey (a. 621).El libro consta de 3 capítulos, que se dividen en cuatro apartados: El día de Yahvé en Judá (1, 2-2, 3); Contra las naciones (2, 4-15); Contra Jerusalén (3, 1-8); Promesas (3, 9-20).

Ageo

Ageo es profeta del post-exilio; es la suya, pues, una perspectiva distinta; ya no es la del anuncio de castigos de antes del destierro, ni la del consuelo durante el destierro, sino la de la restauración. Su preocupación es la de la reconstrucción del Templo: hace veinte años que se regresó del destierro, la gente se ha construido casas suntuosas y el Templo continúa en ruinas. Las obras se emprenden en septiembre del 520.

El libro consta de 2 capítulos que recogen 4 oráculos: El no haber empezado la reconstrucción del Templo ha sido causa de las calamidades que están experimentando (1, 1-11); Gloria del nuevo Templo (2, 19); Consulta a los sacerdotes y promesa de prosperidad (2, 10-19); Promesa especial para Zorobabel (2, 20-23).

Zacarías

Lo primero que hay que advertir es que de los 14 capítulos que figuran bajo el título de Zacarías, tan sólo los 8 primeros le corresponden. Los restantes hay que atribuirlos a un Deutero Zacarías; serían escritos más tarde, a finales del s. IV, después de las conquistas de Alejandro.

Contemporáneo de Ageo, Zacarías vive la misma preocupación por la restauración del Templo. No se trata del Zacarías aludido por Jesús (Mt 23, 35).

En los 8 capítulos de su profecía encontramos: en primer lugar una invitación a la conversión (1, 1-6); a continuación, una serie de 8 visiones (1, 7-6, 15); por último, el c. 7 es una ojeada al pasado nacional, y el 8 una mirada hacia el futuro de la salvación mesiánica.

El Deutero Zacarías supone un panorama completamente distinto y pertenece más bien al género apocalíptico.

La deteriorada situación política obliga a lanzar la mirada hacia el futuro en espera de tiempos mejores. Ese futuro mejor supondrá la restauración de Israel y una Jerusalén nueva y esplendorosa, a la que vendrán a rendir homenaje a Yahvé todas las naciones.

Malaquías

La época más probable de este libro es la primera mitad del s. V, después de la reconstrucción del Templo y antes de la prohibición de los matrimonios mixtos en tiempos de Esdras y Nehemías. Es un momento de decaimiento después del fervor que acompañó a la reconstrucción del Templo.

A lo largo de sus tres capítulos se desarrollan dos temas fundamentales: reprender las faltas cúlticas de sacerdotes y de pueblo, y denuncia de los matrimonios mixtos y de los divorcios.

Su profecía se proyecta sobre la era mesiánica. A su libro pertenece el anuncio del sacrificio perfecto de la nueva alianza, que se ofrecerá ininterrumpidamente en toda la tierra (1, 11 ).

Sobre el profetismo en la historia de la salvación y la actualidad del mensaje profético, cf lo dicho al final del capítulo anterior, pp. 1967. Un estudio minucioso de estos aspectos en cada uno de los profetas nos llevaría muy lejos.


Tirso Cepedal Román. (2006). Curso de Biblia. Claves para leer el Libro Sagrado. MADRID: Editorial Covarrubias.