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SALMO 100 (99)

1 Salmo. Para la acción de gracias. 

¡Aclamad a Yahveh, toda la tierra,

2 servid a Yahveh con alegría, llegaos ante él entre gritos de júbilo!

3 Sabed que Yahveh es Dios, él nos ha hecho y suyos somos, su pueblo y el rebaño de su pasto.

4 ¡Entrad en sus pórticos con acciones de gracias, con alabanzas en sus atrios, dadle gracias, bendecid su nombre!

5 Porque es bueno Yahveh, para siempre su amor, por todas las edades su lealtad.

1. Tipo de salmo

Es un himno de alabanza en el que se invita a toda la tierra y, en particular, al pueblo de Dios, a aclamar y celebrar al Señor, el único Dios.

2. Cómo está organizado

Tiene dos pequeñas partes muy parecidas entre sí: 1b-3; 4-5. Cada una de ellas empieza con las invitaciones en imperativo (1b-3a; 4) y sigue con la exposición de motivos (3b; 5). En total, tenemos siete invitaciones, la cuarta de las cuales («Sabed que Yahveh es Dios», 3a) constituye el eje de todas ellas y el motor del salmo.

La primera parte (1b-3) presenta cuatro invitaciones dirigidas a la «tierra entera» (1b); estas invitaciones vienen formuladas mediante verbos en imperativo, como si se tratara de órdenes: «aclamad al Señor» (1b), «servid al Señor», «llegaos hasta él» (2) , «sabed que...» (3a). El motivo es el siguiente: «Él nos hizo y le pertenecemos, somos su pueblo y ovejas de su rebaño»(3b).

Se presenta al pueblo mediante la imagen del rebaño. El salmo no desarrolla la imagen del Dios pastor. El ambiente que predomina es de alegría: «con alegría», «con gritos de júbilo» (2). El motivo sigue siendo el mismo: la toma de conciencia de que no hay más que un solo Dios, que es el Señor. Toda la tierra está invitada a festejar («¡aclamad!», 1b), a comprometerse en el servicio de este único Dios («servid») y acercarse a él («llegaos hasta él» ) -v. 2-, para tomar conciencia de que sólo hay un Dios, creador de todos y pastor que conduce a la humanidad en su conjunto como a un solo rebaño (3).

La segunda parte (4-5) añade tres peticiones más, dirigidas probablemente al pueblo de Dios en procesión. Sumadas a las cuatro de la primera parte, hacen un total de siete, También se expresan aquí con verbos en imperativo: «entrad», «dadle gracias» y «bendecid» (4). El centro de estas tres invitaciones es «dar gracias». Estamos, por tanto, en el comienzo de una celebración de acción de gracias. ¿Por qué se celebra y se dan gracias? La respuesta viene inmediatamente. El ambiente en que nos movemos es el mismo que en la primera parte: «dando gracias» y «con cánticos de alabanza» (4). Se habla de «puertas» y de «atrios», lo que da la impresión de que se trata de una procesión. El pueblo está entrando en el templo de Jerusalén (la procesión recuerda vagamente a un pastor en camino con su rebaño), para celebrar y bendecir el nombre del Señor. El motivo, por tanto, es el siguiente: «El Señor es bueno: su amor es para siempre y su fidelidad de generación en generación» (5). Según algunos investigadores, el versículo 5 sería una especie de estribillo que cantaría el pueblo durante la procesión. En este estribillo se destacan dos cosas. En primer lugar, la bondad del nombre del Señor. En segundo lugar, el binomio «amor + fidelidad». Estas son las condiciones del compromiso del Señor en la Alianza con su pueblo. Será un Dios fiel y amoroso. Por todo esto se dan gracias y se bendice por siempre.

3. ¿Por qué surgió este salmo?

El eje de este salmo viene constituido por la toma de conciencia de que existe un solo Dios para todo el universo: «Sabed que sólo el Señor es Dios» (3a). En el trasfondo de esta afirmación tenemos una crítica contra los dioses de las naciones o bien la superación de un conflicto religioso al respecto. Durante mucho tiempo, Israel creyó que los ídolos de las naciones existían realmente. Sólo en la época del exilio en Babilonia (s. VI a. C.) llegó al convencimiento de que existía sólo un Dios, creador y guía de toda la humanidad por los caminos de la vida. No obstante, la invitación con que arranca el salmo se dirige a la «tierra entera», dejando así abierta la tensión: ¿Reconocerá o no todo el mundo lo que ha hecho este Dios? ¿Se acercará a él, lo servirá y celebrará, bendiciendo su nombre, que es bueno, y su amor fiel, que es eterno?

El contexto inmediato de este salmo es el de una celebración en el templo, precedida por una procesión que va aproximándose a sus puertas y atrios (4). El ambiente de fiesta y alegría, inundado por el deseo de una fraternidad universal, guía los pasos y orienta el corazón de cuantos se acercan a dar gracias y bendecir al Dios creador, bueno y eternamente fiel.

4. El rostro de Dios

Del mismo modo que hay una relación de pertenencia recíproca entre las ovejas de un rebaño y su pastor, existe una estrecha relación de amistad entre el Señor y su pueblo («somos su pueblo»). Esto nos sitúa de lleno en el corazón de la Alianza. Al margen de esto, el salmo que nos ocupa supera la estrecha visión de un Dios que sólo pacta con Israel, y lo hace invitando a la «tierra entera» a aclamar, servir y reconocer que el Señor es el único Dios. Israel, al vivir la experiencia de la Alianza con Dios, se convierte en una especie de «hermano mayor» de todos los pueblos, indicándoles el camino que conduce al encuentro con el Dios verdadero. La experiencia de Israel sirve de luz para las naciones, elemento este que se destaca en diversos textos del Antiguo Testamento.

Además, se presenta al Señor como el creador que establece un vínculo estrecho e indestructible con todas las criaturas. Pero el horizonte no puede ser más amplio, carece de límites: el Señor lo ha hecho todo, ha creado a todos, y no sólo al pueblo de Israel. Aquí también entra en escena el papel pedagógico del pueblo de Dios que, celebrando su experiencia de un único Dios creador, ilumina el camino de todos los pueblos hacia el encuentro con Dios.

Finalmente, tenemos que resaltar la bondad del nombre del Señor. ¿En qué consiste esta bondad? ¿Cómo la ha experimentado Israel y cómo podrá experimentarla la «tierra entera»? La respuesta reside en las dos características del Dios que sella su alianza: el amor y la fidelidad. O, si se prefiere, el amor fiel, un amor que, además, es para siempre.

Según el evangelio de Juan, Jesús es el amor fiel del Padre (Jn 1,17), aliado de toda la humanidad en la búsqueda de la vida (Jn 10,10). Creyó y enseñó a creer en un único Dios (Mc 12, 29-30), mostrando que la principal característica de Dios es la de ser Padre de todos («Padre nuestro», cf Mt 6, 7-13). Las acciones de Jesús (sus milagros) ponen de manifiesto su bondad y la bondad del que lo había enviado, sin discriminar a nadie por razones de raza, sexo o condición social. Trató a todos como hijos e hijas de Dios. Mostró que servir a Dios es servir a todos para que tuvieran vida. Reaccionó enérgicamente contra un culto vacío, estéril y que no estaba comprometido con la práctica de la justicia.

5. Rezar el salmo 100(99)

Podemos rezar este salmo cuando queremos dar gracias y bendecir a Dios en unión con todo el mundo, con toda la creación, con un espíritu de fraternidad universal; cuando queremos fortalecer nuestra fe en un único Dios, que da la vida a todos y que conduce a la humanidad por los caminos de la vida; cuando queremos que nuestras celebraciones estén determinadas por la vida no por el ritual o la rutina; cuando sentimos la necesidad de celebrar el buen nombre del Señor, su amor y su fidelidad que nunca se agotan...

Otros salmos que son himnos de alabanza: 8; 19; 29; 33; 103; 104; (105); 111; 113; 114; 117; 135; 136; 145; 146; 147; 148; 149; 150.


Bortolini Jose. (2002). Conocer y rezar los Salmos. MADRID: SAN PABLO.